sábado, 29 de septiembre de 2007

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

Llevaba tiempo tentado de dedicarle una entrada a esta nueva y polémica asignatura, más que nada (he de reconocerlo) por que la Iglesia se posiciona inicialmente en contra de ella. Pero como no me gusta opinar sin conocer, no puedo hablar sobre el tema, al menos hasta que conozca el programa de la asignatura y las opiniones de ambas partes. Así que lo dejo para más adelante.

Sin embargo, hace unas horas que tuve la oportunidad de preguntarle a una profesional de la enseñanza su opinión sobre la asignatura y su respuesta, me dejó totalmente lívido; independientemente de lo certero o no de la asignatura, de la razón o no de los que la defienden.

Esta señora me comentó que no entiende tanto alboroto por tan poca cosa, si total, ella en su clase puede impartir "lo que le parezca", es decir, suprimirá las partes que considere no son recomendables para luego ¡terminar aprobando a todos sus alumnos!....

La realidad siempre me supera, nunca aprenderé y lo sé. Si en este país seguimos pensando que tenemos derecho a gobernarnos como queramos, que las leyes no están para ser aplicadas, sino para ser interpretadas, que no nos obliga más que lo que nos dicte nuestra conciencia, entonces, ¿qué sentido tiene vivir en un estado de derecho? ¿Para qué sirve una ley orgánica para la educación si cada profesor de EGB tiene libertad de cátedra?

Mientras no exista una conciencia de Estado por encima de los ideales, de los planteamientos políticos o de clase, mientras no entendamos que todos partimos de un punto a partir del cual tenemos libertad de opinión, pero que hasta ese punto estamos sujetos por las obligaciones propias de ciudadanos de ese estado, seguiremos viendo como las instituciones siguen sin funcionar como es debido, como seguimos formando una suma de partes y no una unidad de acción.

lunes, 10 de septiembre de 2007

ACERCA DEL ORIGEN DE LAS ESPECIES

Aunque es a Charles Darwin a quien se le otorga el privilegio de haber planteado por primera vez la teoría de la evolución natural, lo cierto es que comparte este honor con T. H Huxley, que fue en realidad, quien defendió la teoría planteada por ambos independientemente, ya que Darwin por motivos de salud y personales, decidió no intervenir en los apasionados debates que originó tal concepción del origen de las especies.Uno de los mayores detractores de la teoría era, como no podía ser de otra manera miembro de la iglesia: el obispo anglicano Samuel Wilberforce, que dijo la célebre frase: "¿Puede saberse si pretende descender de los monos por parte de su abuela o de su abuelo?", dirigida a Huxley en un debate. "Prefiero descender del mono -contestó éste- que de personas como usted que se aprovechan de su dignidad episcopal para hablar de lo que no saben."

Valiente y oportuna respuesta del abuelo de Aldous Huxley que supo plantar cara a la negativa y endémica opinión de la iglesia, de cualquier credo, ante todo avance científico que ponga en entredicho los cimientos de su fe.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

SOY UN NECIO

Desde hace muchos años acostumbro a leer al buen doctor, para los que no lo conozcáis por el apodo cariñoso os diré que su nombre es Isaac Asimov. Ahora quizá os resulte conocido como un escritor de ciencia ficción, por lo que inevitablemente la mayoría de vosotros lo haya etiquedado como un escrito menor. Sin embargo, el buen doctor es también un excelente divulgador. En su extensísima producción literaria son mayoría los libros de divulgación científica o histórica más que sus cuentos y novelas, y, a pesar de que estos últimos le han hecho alcanzar fama internacional, son sus obras de divulgación lo que hace que me quite el sombrero ante su memoria.

En uno de sus muchos ensayos: Agua caliente incluida en la recopilación: El electrón es zurdo y otros ensayos científicos, introduce el tema sobre el que va a versar el ensayo de esta curiosa manera:



Una de las peripecias profesionales de cuantos divulgamos la visión científica del Universo es el choque con lectores que prefieren determinada visión religiosa a la científica. Les ofende que reduzcamos a consecuencias ciegas de alguna ley física o química las manifestaciones admirables de la providencia divina, y muy a menudo reaccionan acusando de ateísmo al autor.

Ayer mismo recibí una carta de una señora, que empezaba llamándome, muy cumplida, "muy señor mío"; y luego continuaba, con menos ceremonia: "Según la Biblia, y en términos textuales de ella, es usted un necio".

Eso me enfadó, naturalmente, pues aunque en ocasiones soy tan necio como cualquiera, me disgusta que me lo digan. Además la acusación iba más allá de la simple necedad. Era obvio que la señora se refería a un bien conocido texto bíblico.

Entre las ciento cincuenta poesías del libro de los Salmos hay dos, la 14 y la 53, que son virtualmente iguales, y cuyo primer verso empieza: "El necio ha dicho en su corazón: no hay Dios".

¿Qué podía hacer yo? Resolví que una cita bíblica merece otra como respuesta, y le mandé a la buena señora la siguiente breve sentencia: "...quienquiera que llame "loco" a su hermano se expone al fuego eterno" (Mat. 5:22).

Pero, ¡ay!, habiendo "despachado" a un rival tengo ahora que exponerme a ofender a otros, de esos a quienes Robert Burns llamaría "los demasiado buenos". Porque verán ustedes: el agua tiene propiedades maravillosas, que parecen predestinadas precisamente para la vida. ¡Sería tan piadoso considerarlas como obra de un benéfico e ingenioso Hacedor, que crea el mundo para bien de los indignos hombres; y es tan prosaico atribuírselas a las indiferentes propiedades del átomo!

Yo, sin embargo, para ser fiel a la visión científica del Universo, tengo que hacer lo segundo, indicándoles a los piadosos que pueden muy bien suponer que esas propiedades indiferentes han sido creados por Dios.



Por supuesto, lo primero que hice fue comprobar si las citas eran ciertas o se habían tergiversado por el buen doctor para adaptarlas a sus intenciones, o por la lectora con el ánimo de menospreciar al autor. Si bien encontré una edición de la Biblia donde se sustituía necio por insensato (esto de las diferencias entre traducciones debo abordarlo en otra ocasión), en otras dos ediciones aparecía literalmente.

Según el diccionario de la RAE [http://www.rae.es/], se define necio como: ignorante, imprudente o falto de razón y terco. Está claro que la beata señora pretendía demostrar con los medios a su alcance que el buen doctor carecía de razón, y para ello emplea la Biblia como lanza de Longinos, creando un círculo vicioso ya que emplea como base de su argumentación lo mismo que pretende demostrar. Esto es: la religión es verdadera y está por encima de la ciencia ya que la Biblia así lo dice.

Un científico no puede argumentar sus asertos (teorías mientras no se demuestren empíricamente), en un porque yo lo digo o en un es así por que sí y punto. El conocimiento se desarrolla históricamente, añadiendo nuevos ladrillos y en ocasiones incluso derribando salas enteras, al edificio de la Ciencia.

Lo lamentable es que tras siglos de avance científico, a pesar de los medios de comunicación disponibles, de disponer de un sistema educativo bastante serio, y de vivir en una sociedad (la occidental) fundamentalmente moderna, siguen apareciendo gropúsculos que niegan toda evidencia científica y toman como única verdad universal la religión, sobre la que debe de girar, le guste o no, el resto de la sociedad.