lunes, 15 de junio de 2009

ULTIMAS POSESIONES ESPAÑOLAS EN OCEANIA (1ª parte)

De todos es más o menos conocido que España liquidó su imperio colonial (dejando de lado las aventuras africanistas posteriores) acabando el siglo XIX con motivo de la guerra de 1898 contra los EEUU. Dicho año durante el que se liquidó la contienda marcó el final de una época para nuestro país del que surgió un movimiento cultural y político renovador y crítico con la Restauración que pretendía devolver a la metrópoli el orgullo perdido. Lo que no todos saben es que el punto final a las últimas de nuestras posesiones ultramarinas en la zona del pacífico se alargó en el tiempo unos pocos años más, realmente no se produjo de manera formal hasta comenzado ya el siglo XX a causa del olvido o desconocimiento de los políticos norteamericanos encargados de firmar el acuerdo de paz, circunstancia ésta que el gobierno español de la época intentó aprovechar en beneficio propio.

El conflicto con los EEUU surge del interés que éstos venían demostrando hace tiempo por Cuba con el oscuro propósito de expandir su área de influencia en el Caribe a costa de las posesiones españolas (titular de un imperio colonial en franca decadencia) y con vistas a asegurar las rutas marítimas que crearía la futura construcción del canal de Panamá, un proyecto que ya venía de largo; y ya sea porque aprovecharon la oportunidad del accidente del Maine en el puerto de La Habana o éste fuera provocado a fin de conseguir una excusa por la que poder declarar la guerra, lo cierto es que la superioridad naval de los EEUU humilló en pocos meses a la marina de nuestro país (aunque esto último también es objeto de controversia), viéndose ésta obligada a entregar la mayoría de sus territorios ultramarinos a los EEUU ante el temor de que el conflicto se extendiera a la península e islas Canarias [1].

Si bien en el Pacífico inicialmente los americanos no tenían intereses, fueron alentados por el Reino Unido para extender la contienda a las posesiones españolas con la que la pérfida albión había tenido algún encontronazo escasos años antes por establecer áreas de influencia en la zona, más concretamente al norte de Borneo [2]; por ello la flota estadounidense que se encontraba oportunamente fondeada en Hong Kong realizando maniobras navales antes incluso de que se produjera el incidente del Maine, se dirigió a las Filipinas para entablar combate con la flota española del pacífico destrozándola en la batalla de Cavite (01.05.1898). La posterior toma de Guam (21.06.1898), la más importante de las Marianas y la mayor de la miríada de islas que formaban el resto del imperio español en el pacífico fue un hecho anecdótico que reservo para otra entrada, sólo quedaba la ocupación asegurada ya la retaguardia, del territorio filipino controlado por los españoles que culminaría con la toma de Manila (13.08.1898).

Habiendo corrido similar suerte las posesiones caribeñas, a España no le quedó más remedio que claudicar y aceptar las condiciones que impuso el vencedor. El acuerdo de paz impuesto se firmó en París el 10 de diciembre de 1898, debidamente ratificado por ambos países como el mismo acuerdo estipulaba, y canjeadas estas ratificaciones en Washington el 11 de abril de 1899, dicho acuerdo se hizo de público conocimiento en España con su inserción en el nº 123 de La Gazeta de Madrid del día 3 de mayo de 1899. Como se puede comprobar al cotejar las fechas, todas estas formalidades se concretaron todavía en el siglo XIX. Por este tratado España cedía:

Art. I - Todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba
Art. II - La isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Art. III - El Archipiélago conocido por las islas filipinas, que comprende las islas situadas dentro de las líneas siguientes: ... [3]

Pasa entonces a detallarse en el acuerdo, desconozco el motivo, las líneas de longitud y latitud que engloban a las islas de soberanía española encuadradas todas bajo la denominación de archipiélago filipino, cuando en el artículo II se pretende lo mismo sin necesidad de especificar los paralelos que delimitan las posesiones caribeñas tan sólo indicando en este caso: "...las demás que están ahora bajo su soberanía"[3] . Es preciso señalar que, aunque se delimite un territorio marítimo, del mar interior no se transfiere su propiedad, ya que ningún país tiene derecho a poseer una zona de océano, simplemente pretendía recoger en una especie de lazo todas las islas que se encontraran dentro de dichos límites.

El motivo por el que se hizo de esta manera con el archipiélago filipino lo desconozco, probablemente fue motivado por la mayor extensión de éste frente a las posesiones caribeñas, y quizá también por la mayor problemática sobre los derechos de propiedad de las potencias europeas, todavía sin delimitar claramente en esa zona del mundo; España misma mantuvo varios conflictos en el Pacífico durante el siglo XIX en la que intervinieron algunas potencias europeas que espero poder comentar en otras entradas. Los EEUU únicamente pretenderían con esos límites exactos determinar claramente que territorios pasaban a ser de su soberanía tras el acuerdo de paz.

Así pues la delimitación del archipiélago filipino por coordenadas fue impuesta por la nación victoriosa, España fue a París a acatar simple y llanamente como vencida cualquier acuerdo que le impusieran, y así fue firmado y ratificado como ya comenté anteriormente.

La cuestión es que dentro de los límites establecidos por los EEUU quedaron fuera dos pequeñas islas que formaron parte del antiguo sultanato de Joló, incorporado a las Filipinas por España a finales del XIX y formalmente reconocida la soberanía Española sobre dicho archipiélago por el Reino Unido y Alemania tras el tratado de Madrid de 1885, aunque en la práctica las últimas islas del sultanato se incorporaran a España algunos años más tarde de la firma de dicho tratado. Quizá fue ésta también una de las razones por la que no estaban nada claros los límites jurisdiccionales en dichas aguas, a consecuencia de ello las islas de Sibutú y Cagayán de Joló en el verano de 1899 aún seguían siendo de derecho de propiedad española, ya que no de hecho.


El conflicto por dichas islas se originó un año más tarde, con motivo de la noticia de la ocupación militar de EEUU de la isla de Sibutú aparecida en la prensa norteamericana, ante la que España presenta una Nota de protesta fechada el 6 de febrero de 1900 por la que reclamaba la devolución de dichas islas en los siguientes términos:

Al celebrarse el mencionado Tratado los Delegados americanos impusieron la demarcación que les pareció conveniente, y los Delegados españoles se concretaron a aceptarla, pues no tenían medios de resistirla (...). En este caso espero que sin pérdida de tiempo se den las órdenes oportunas para que aquellas fuerzas se retiren. [1]

¡Sí señor!, acabábamos de perder una guerra de un modo humillante y con dos pares de narices exigíamos ante la nación que nos había vapuleado la devolución de unas islas minúsculas que por otra parte no íbamos a poder ocupar, ni mucho menos mantener.

Los intercambios de notas y entrevistas se sucedieron los meses siguientes, tras los que los EEUU insistían en que había que atenerse a las intenciones de los firmantes del Tratado de Paz (pérdida de todo el archipiélago filipino) y no a lo reflejado tan concretamente en el mismo como alegaba el gobierno español, que insistía con razón en lo peligroso de interpretar los acuerdos internacionales y no atenerse a lo suscrito en ellos de esta manera:

...debo protestar contra la peligrosa doctrina que la Nota de ese departamento de Estado, a la que tengo la honra de contestar, pretende establecer. Si fuera lícito, después de firmado un contrato en términos explícitos y claros, rebuscar e interpretar las intenciones de los contratantes, no habría Pacto, ni Convenio, ni Tratado que fuera seguro, ni que tuviera valor alguno. [1]

Tuviera la intención España de mantener aquellas lejanas y únicas islas bajo su dominio (ya se habían vendido a Alemania el resto de posesiones del Pacífico) o simplemente pretendiera sacar tajada de aquel olvido de diciembre de 1898 en París, lo cierto es que ambas islas fueron objeto de un nuevo tratado con los EEUU, en este caso no es un acuerdo de paz, sino un tratado de cesión de soberanía por parte de España, ya que ambas naciones habían dado por concluidas sus discrepancias tras el Tratado de París.

Dicho acuerdo de cesión se justifica porque se pretendía "evitar cualquier desavenencia a que pudiera dar lugar la interpretación del artículo 3º del Tratado de Paz" [4], y estaba constituido por un único artículo donde se cedían todas aquellas islas del archipiélago Filipino que quedase fuera de los límites establecidos en el Tratado de París.

El tratado fue redactado por duplicado en la ciudad de Washington el 7 de noviembre de 1900, aún en el siglo XIX (si bien algunos pueden pensar que ya estaríamos en el XX); aunque como el anterior tratado de paz para que fuera totalmente legal debía ser ratificado por ambos países y canjeadas dichas ratificaciones en el menor tiempo posible. Dichos trámites culminaron con el canje de las ratificaciones el 23 de marzo de 1901 en Washington, ya en el siglo XX, no haciéndose público en España hasta su inclusión en el nº 236 de la Gazeta de Madrid de 24 de agosto de 1901.

Así que se puede afirmar sin riesgo de cometer ningún error, que España perdió lo que restaba de su anterior inmenso imperio colonial en los albores del pasado siglo, aunque solo fuera de una manera testimonial y a cambio de 100.000 $.

Fuentes:

Libros
[1] Imperialismo, relaciones internacionales y derecho internacional en Extremo Oriente (Filipinas) 1830-1898/1914 - Luis Eugenio Togores Sánchez
[2] Cuarteroni y los piratas de los Mares del Sur - Alicia Castellanos

Documentos
[3] Tratado de Paz de París
[4] Tratado de cesión de Sibutú y Cagayán de Joló

Páginas web
http://www.eldesastredel98.com/

4 comentarios:

Zarte dijo...

Me ha encantado. Desconocía por completo el tratado de Washington. Lo que me hace pensar que la educación en España -sin que sea un descubrimiento mío- está fatal. Al menos ahora, en bachiller sólo se da historia de los siglos XIX y XX, y únicamente la relacionada con España. Y aún con un marco temporal tan reducido, todo se da por muy por encima, sin apenas detalles, y obviando episodios importantes como el que narras aquí.
Un saludo.

PECE dijo...

Hombre Zarte ten en cuenta que no se puede enseñar todo completamente. Ésta del tratado de Washington es una historia marginal. Lo importante es conocer como se fraguó el fin del imperio español, no sus mínimos detalles. Cosa distinta es que estudies historia y te especialices en el colonialismo durante el siglo XIX y XX.
Sin embargo, son estas historias marginales, sorprendentes las que más me atraen y procuraré ir incluyendo en el blog.
Si tanto te ha gustado, para ir abriendo boca tengo que decirte que sólo es la primera parte del fin del imperio colonial español en el pacífico. Existen otro grupito de islas que están ahí en el limbo.... pero ya lo contaré.

Zarte dijo...

Espero que llegue pronto esa segunda parte. Siempre me ha interesado la Historia, y episodios como los que narras son muy enriquecedores.

gaby - paginas web dijo...

jeje bueno aprender un poco de historia esta super...